martes, 6 de septiembre de 2016

LA FOTOGRAFÍA ES MENTIRA, MIENTE BIEN (Artículo de Jota Barros)

O, al menos, nunca dice toda la verdad. Cualquiera que lleve suficiente tiempo experimentando con una cámara en las manos debería concederte que eso es así. En el fondo, aunque no siempre lo admitamos, todos sabemos que hay truco. Con nuestras máquinas seleccionamos sólo la pequeña parte del mundo que nos interesa mostrar, y así creamos una realidad alternativa que sólo es una porción de la totalidad.
Y dicho esto, no creas que lo que acabo de contarte es algo negativo o un motivo para que la Fotografía te decepcione. Muy al contrario.
Enseguida te contaré por qué, pero antes déjame que te relate una anécdota de hace al menos un par de años; algo que entonces me divirtió y que con el tiempo ha tomado la forma de una metáfora bastante acertada de lo que quiero hablarte.

Marketing (de feria)
Ponte en situación: estoy fotografiando en la feria de Mondariz, donde cada domingo por la mañana se reúnen un montón de feriantes para vender toda clase de género, desde aperos de labranza a ropa interior, música, comida, toallas y casi cualquier cosa que puedas imaginar. Las tiendas ocupan una pequeña plaza y sus ocupantes compiten – a grito pelado – por la atención de una parroquia que llena cada hueco y rebusca en los mostradores.
“Me lo quitan de las manos…” “Barato!” “Aprovéchese señora!”
Ya sabes, lo típico.
Y, de repente…
“Calcetines. Calcetines antibalas!”
¿Cómo? ¿Ha dicho lo que he creído oír? Sí, así es. “Calcetines antibala”, esa frase captó mi atención y me arrancó una sonrisa, el tendero la vio y me guiñó el ojo. Ambos sabíamos que estaba mintiendo pero a ninguno de los dos nos importaba; él había logrado su objetivo (destacar entre todos los demás y ganar un segundo de mi tiempo) y yo había conseguido un pequeño premio en forma de carcajada inesperada.
Su “desfachatez” había provocado mi sorpresa, y esta había disculpado inmediatamente un engaño que en realidad nunca existió.
Ya que vas a mentirnos, que al menos sea interesante
En realidad que haya truco no es un problema; en el fondo todos estamos dispuestos a que “nos cuenten un cuento”. Es más, nos gusta. Nos encanta.
Lo que no perdonamos, el verdadero problema, es que lo que nos cuenten sea aburrido o carezca de interés.
Piensa en el cine, la literatura o incluso en la publicidad. Date un minuto para reflexionar sobre cuántas cosas consumimos a través de esos (y otros) canales que, aún sabiendo que no son ciertas, aceptamos como “parte del espectáculo”. Vemos escenas que sabemos que están hechas con toda clase de efectos especiales y sin embargo nos remueven en el asiento, interiorizamos eslóganes a sabiendas de que no son más que eso, frases que buscan instalarse en nuestro subconsciente y que no tienen nada de verdad… Hay miles de ejemplos, piensa en esas grandes explosiones de las que el héroe de la película sale airoso, en las persecuciones en coche por calles atestadas de gente o en cómo nos dicen que hacen, qué se yo, las sopas de sobre.
No es cierto. ¿Y qué? Somos conscientes del engaño, pero lo aceptamos con una sonrisa porque en el fondo nos gusta que nos cuenten historias. Siempre y cuando resulten interesantes.
Con la Fotografía sucede algo curioso, probablemente sea la forma de comunicación a la que exigimos más veracidad (olvida aquí las imágenes científicas o de prensa, que buscan precisamente presentar información de una manera lo más condensada y fidedigna posible). ¿Y eso por qué? Porque cuando presionamos el botón nuestra cámara atrapa lo que hay frente a nosotros y eso lo interpretamos como que cuenta las cosas tal y como son… Sí, y no.
Es verdad que la cámara ve y registra lo que sucede ante ella, pero lo hace bajo la influencia de un montón de pequeños factores que cambian por completo el aspecto de la realidad: una velocidad de obturación rápida hace que algo en movimiento parezca perfectamente inmóvil, una profundidad de campo reducida consigue que el fondo se transforme en un borrón que no capta nuestra atención, la focal elegida para fotografiar, la posición desde la que lo hacemos o esperar un par de segundos antes de pulsar el botón modifica por completo qué se registra y qué no en nuestro sensor o película… Conoces los trucos y sabes que cambian el aspecto de tus fotografías; es decir, sabes que aunque tienes en tus manos una máquina que registra la realidad tienes la capacidad de contarnos un cuento.
Entonces… Cuéntanos algo interesante.
No te limites a evidenciar lo que sucede. Eso ya podemos verlo con nuestros propios ojos. Haz volar nuestra imaginación. No nos des las respuestas, en lugar de eso consigue que nos hagamos preguntas. Cuanto más tengamos que poner de nuestra propia cosecha más nuestras serán tus imágenes, porque habremos conectado con ellas. Estamos dispuestos a perdonarte que no nos cuentes la verdad siempre y cuando lo que nos cuentes sea más interesante que la realidad.

Como el tendero de los calcetines, parte de la base de que esperamos que nos “engañes” y como él, en lugar de diluirte entre lo que hacen los demás, eleva el listón y sorpréndenos. Sube la apuesta y supera nuestras expectativas para que tus imágenes destaquen entre todas las que vemos a diario y no las olvidemos nunca.

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