Ruinas de una cultura.
Como en una Arcadia donde los
habitantes de un pequeño pueblo en Los Arribes del Duero vivían de los bienes
que les ofrecía la tierra, hoy sólo quedan resonancias de aquellos tiempos
pasados. Muchas de sus casas con su arquitectura recia mantienen a duras
penas sus fachadas pétreas. Sólo el paso
del tiempo ha hecho que hoy podamos asomarnos a través de una ventana carcomida
o una puerta desvencijada e imaginemos los ecos de un modo de vivir ya extinto.
El derrumbe de los tejados ha
permitido que aquellos interiores umbríos hayan dado paso a la luz del sol
dejando a la vista algunos restos de las casas. Donde hubo una alcoba ya sólo
quedan restos del colchón de lana sobre la cama de madera a medio podrir. En su
lugar hoy crecen cañileros, zarzas y ortigas. No ocurrió, como decía Juan Ramón
Jiménez que el pueblo se haría nuevo cada año.
¿Dónde están los valores de
aquellas gentes, y su modus vivendi, en definitiva, su cultura?
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